28 nov 2009

Historia II - Una Flor en el Desierto: Capítulo Uno

Capítulo Uno: No es un cuento de hadas...

Toda su fuerza se encontraba en la mano derecha de Él e izquierda de Ella. Cualquiera de los dos hacían un mal movimiento y caían al vacío. Aún así, el nerviosismo corría únicamente por el hombre, la chica se había asustado un poco cuando Él la atajó tan de golpe, pero ahora en lo único que pensaba era en encontrar la ventana que se había abierto para distraerla, en un principio. Fue justo en ese momento cuando la vio: una mujer de pelo rojizo alzando exageradamente las manos como para llamar su atención, asomada desde una ventana no muy lejos de allí. La chica no dijo nada, sólo deseó con todo su alma que la pelirroja reconociera su cara de " ¡¡Abrí la ventana más cercana YA, que me caigo!! ". Para su suerte, lo entendió.

Ambos bajaron cuidadosamente hacia el interior del tren. Fue entonces cuando tanto Él como Ella se dieron vuelta para mirarse a los ojos, no era una mirada romántica o lo que alguien se esperaría... O al menos yo no creo que dos personas que se hayan enamorado a primera vista estén apuntándose con una pistola y una especie de rapier. Si ustedes, queridos lectores, lo quieren llamar así, ok. Ahora, volviendo a la historia... La pistola apuntaba amenazadora a su frente. El rapier se encontraba a milímetros de su cuello. Cualquiera de los dos podrían, otra vez, morir si hacían un mal movimiento.

- ¡Por favor, se acaban de salvar y ahora se quieren matar! -Chilló la mujer pelirroja.
- Asaltó un tren, o por lo menos lo intentó... -Acusó Él, mirando fijamente la máscara de la chica- Merece ir a prisión. Si la hubiera dejado caer al precipicio era obvio que moriría, pero se consideraría un escape.
- ¿¡Y vos no te pensás defender!? -Volvió a chillar, esta vez dirigiéndose a la joven.
- ¡Cállese, mujer! ¿No ve que esto es algo serio? -Le regañó Él. Dio una mirada general a la chica: era apenas una niña, y se encontraba en los techos de un tren con un arma tan peligrosa- Dame esa espada extraña
- . . . -Ella no movió un pelo. No iba a darle su rapier ni aunque disparara, ese era su honor, su orgullo.. y tal vez su terquedad.
- ¡Dame tu arma! -Lo único que consiguió con esa oración fue que la chica sonriera, y que hablara por primera vez
- ¿Cuál de todas? -El hombre quedó atónito por su respuesta ¿Cuál de todas? ¿¡Acaso tenía más!?
- TODAS, no podés deambular por los techos de un tren, seguro sin pasaporte, y llena de armas
- No estoy llena de armas, sólo tengo otro katar -Señaló lo que tenía en su mano mientras su sonrisa se agrandaba cada vez más- , un sable, un cuchillo, y dos espadas cortas
- ¿Vas a seguir con la estúpida idea de distraerme yéndote por las ramas? -Preguntó con tono de amenaza. Ella hizo ademán de no estar interesada- Podemos seguir apuntándonos el resto del viaje, al final de éste serás encarcelada de una manera u otra, así que...
- Dale, total no falta mucho y no soy de agarrarme calambres -Contestó decidida. La pelirroja los miró estupefacta, esto no era muy normal, ¿cierto?

Estuvieron unos varios minutos así, la tensión aumentaba cada vez más en aquel vagón vacío. Había tan poca gente en ese tren, y desparramada a lo largo de los tantos vagones. Y claro, no era muy común viajar del Sur a Central a mitad de semana. Ya pasada la media hora, se sentaron. Él primero, la razón por la que había ido a Rush Valley lo había dejado exhausto, no había ido precisamente para reparar sus Automails. Ella estaba cansada no por algo que sucedió, sino por un largo viaje. Aún sentados se apuntaban. Estaban atentos, muy concentrados en los ojos del otro. De repente, un bostezo, dos... Cayeron desmayados sobre los respaldos de los asientos. La mujer ya se había ido a otro vagón hacía tiempo, por lo que no había nadie observando a las dos figuras recostadas sobre las sillas. Los despertó el brusco frenar del tren. A pesar de que despertaron casi al mismo tiempo, cuando él abrió los ojos se encontraba solo en el vagón.

Salió del tren confundido. Entre los montones de gente lo esperaba una mujer con apariencia casi de niña, un largo y ondulado pelo rubio rojizo, y enormes ojos verdes. Al verlo lo saludó regalándole una cansada sonrisa. Él miró por todas partes, inclusive por los techos de los trenes y los carteles que colgaban de las paredes, en busca de la niña de la máscara. Pero no había forma, ella ya se había ido. Algún día la volvería a ver, pero le daba demasiada curiosidad como para esperar. Mañana... Sí, mañana la buscaría por la ciudad. No podría llegar muy lejos, era tan sólo una niña

Fin del Capítulo

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Bueno, este capítulo me salió MUY corto. Es que era simplemente una continuación del prólogo.

Próximo Capítulo: La búsqueda que se creía duraría días, va a se más corta de lo que se espera. Él - A la búsqueda de la 19º

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